Contra el monopolio intelectual

ScreenShot022.jpgEste último cuatrimestre hice un trabajo para la asignatura Economía Industrial I de la Universidad de Oviedo llamado “Contra el monopolio intelectual“. En realidad el título está sacado de un libro escrito por dos profesores de economía de la Universidad de St.Louis llamados Michele Boldrin y David K. Levine. El libro consta de 282 páginas divididas en 10 capítulos y lo podéis descargar de la página web de David de forma gratuita.

Mi trabajo es mucho más humilde y sólo pretende rescatar algunas de las ideas centrales del libro, traducirlas y darles un par de vueltas que me parecían interesantes. Son 23 páginas y podéis verlo directamente en Scribd o descargarlo a mayor calidad en PDF.

Por si os pica la curiosidad os pongo aquí un “resumen del resumen” de esta historia que prácticamente afecta a todo lo que nos rodea, incluído internet.

El debate sobre la propiedad intelectual está lleno de trampas y además, polarizado artificialmente. Desde mi punto de vista esta actitud de “o estás con nosotros o contra nosotros” viene más de los defensores acérrimos de la propiedad intelectual que de los que se oponen a ella. A muchos de los primeros les bastan tres o cuatro argumentos sensacionalistas y sin fondo para acabar con cualquier opositor a un modelo de protección que tiende al infinito: toda la vida del autor más 70 años después de su muerte para los derechos de explotación sobre una obra y 20 años para las patentes.

Los que critican este sistema sin embargo no se pueden juntar en un mismo saco aunque eso sea mucho más cómodo para las sociedades de autores y editores, para los políticos y para los medios de comunicación. No es lo mismo el Dominio Público que las Creative Commons, no es lo mismo defender la piratería que defender la copia privada, defender un nivel menor de protección que querer abolir cualquier tipo de protección.

Este debate en uno de esos “dos lados” artificialmente creados es el que más me ha llamado la atención siempre, precisamente porque me parece mucho más rico, serio, trabajado y para qué negarlo, mucho mas contracorriente. Cuando gente como Radiohead ofrece su disco gratis por internet, escritores como Paulo Coelho utilizan programas como el eMule para distribuir sus libros o directores como Michael Moore critican abiertamente las leyes del copyright qué menos que ir un paso más allá del “si descargas nos robas” y ver qué es lo que está pasando entre bastidores.

Una razón más para no polarizar el debate es que la mayoría de la gente tiene una actitud contradictoria. Cuando digo la mayoría, eso incluye a muchos apologistas de la propiedad intelectual. Porque parece que hay cierta tendencia a decir “yo quiero que se proteja mi obra y si alguien la quiere usar que pase por caja que sino se está aprovechando de mi esfuerzo” (o al menos eso intentan que sea “lo natural”). Sin embargo a todos nos encanta disfrutar de las obras de los demás sin pasar por caja. Vamos a Google Imágenes y copiamos fotos para nuestros fotologs, vamos a YouTube a ver vídeos que se han subido sin el permiso del autor original y bajamos series que no se han estrenado en España por el eMule.

Queremos disfrutar de la protección a los autores más que nadie pero al mismo tiempo queremos disfrutar de todos los beneficios que tiene infringirla. Todo a la vez no se puede, hay que elegir entre protección y difusión.

Como está bastante claro que copiar y hacer obras derivadas de otros autores nos genera mucha utilidad (en la mayoría de las ocasiones también a ellos) y que para la sociedad en su conjunto que una innovación como la máquina de vapor o la novena sinfonía de Beethoven se copie y distribuya es positivo, lo que hay que pensar es por qué la otra cara de la moneda, la protección, es positiva y necesaria.

Aquí es donde llegan como he dicho antes los argumentos de los apologistas del monopolio intelectual que hemos escuchado tantas veces en los últimos años y que podemos recitar casi de memoria:

  • Si el autor no cobra por su creación ¿de qué vivirá?
  • Si cualquiera puede acceder a la innovación del inovador ¿qué incentivos tendrá para llevarla a cabo?
  • Si la inversión en una película es enorme y luego la puedes comprar en la calle a 2 € ¿se morirá el cine?
  • Si no robas un bolso, ni un reloj ¿por qué robas las ideas de los demás?
  • etc…

Y aquí empiezan las trampas, sutiles pero suficientes para vender estas ideas en 5 minutos de televisión como bien apuntó David Bravo hace tiempo. Para desmontarlas hacen falta bastante más de 5 minutos. Hace falta un libro de 282 páginas como el que aquí comento y aún así no se desmontan todas, pero por lo menos se intuyen. Aprender a hacer trampas en el ajedrez lleva 5 minutos, aprender a jugar al ajedrez bien lleva mucho más tiempo.

La primera trampa y en la que prácticamente he centrado todo el trabajo es equiparar propiedad intelectual con monopolio intelectual. La segunda es hablar de ideas cuando en realidad lo que interesa son las copias de las ideas, no las ideas en sí mismas.

“Contra el monopolio intelectual” es un libro como su mismo nombre indica contra el monopolio, pero sin embargo es un libro a favor de la propiedad. Esto no debería sorprender a cualquier estudiante de economía. Nos pasamos la vida demostrando que la propiedad es buena, que genera incentivos para especializarse e intercambiar y dedicamos casi el mismo tiempo a demostrar que el monopolio es malo, que genera ineficiencias y produce cantidades inferior a las deseadas a un precio más alto.

La propiedad intelectual es el derecho a comerciar, vender y distribuir copias de tu idea.

El monopolio intectual es el derecho a ser el único que vende copias de esa idea y además a controlar lo que hace la gente con las copias de tu idea.

Lo primero no lo discuten ni Boldrin, ni Levine ni desde luego yo. Lo segundo en cambio lo discutimos nosotros tres y unos cuantos premios Nobel de Economía como Stigler. Es importante también destacar que no estamos hablando del plagio, un tema que en internet preocupa muchísimo y que por supuesto tampoco defendemos pero que es un tema más legal que económico que ya explicamos en el post sobre “El problema con las Creative Commnos y el plagio“.

Para que se vea mejor la diferencia entre monopolio y propiedad, lo que se defiende es que una película se pueda descargar del eMule o adquirir por otra vía distinta del autor original una vez comercializada no que uno vaya a los estudios y robe la cinta antes de que se haya estrenado en los cines. Lo que se defiende es que una vez que se inventa una máquina y se pone en funcionamiento, otras empresas puedan copiarla y hacer uso de la misma con mayor o menor facilidad no que otras empresas roben los planos de la caja fuerte del innovador original.

De lo que hablamos es de aumentar el número de oferentes del producto o dicho de otro modo, de incrementar la competencia en el mercado lo que bajará los precios y en muchos casos generará externalidades positivas como incrementos de productividad (como pasó con la máquina de vapor).

Las ideas y más concretamente las copias de las mismas (los planos, las partituras, los fotogramas, los manuscritos) merecen la misma protección que el resto de propiedades. Pero ni más ni menos. Otorgarles un monopolio a sus productores y no otorgárselo a otros merece una justificación potente y bien argumentada más allá del “nos estás robando” que como hemos visto no es de lo que se trata. Y si además ese monopolio está protegido por el estado y por la ley, y dura 70 años después de la muerte del autor, los argumentos deben volverse aplastantes.

No es así, son muy discutibles y el más serio de todos desarrollado por el gran economista Schumpeter y por otros como Arrow es que el monopolio fomenta la innovación. Curiosamente la palabra innovación no aparece tan a menudo en las bocas de los apologistas de la propiedad como cabría esperar (es su baza más fuerte). Por contra, la palabra dinero parece ser la que se lleva todo el protagonismo.

Lo que preocupa realmente es si caen los precios tanto que incluso algunas cosas se pueden adquirir gratis ¿de qué vivirán los creadores? En el punto 3 de mi trabajo y en el libro original a lo largo de varios capítulos (especialmente el tercero “How Competition Works”) se demuestra que efectivamente el creador ganará menos dinero en un sistema de competencia que en uno de monopolio (obvio) pero que podrá ganar el suficiente para desarrollar sus obras y vivir gracias sobretodo a que la copia original de la idea le pertenece a él y puede comercial con ella.

En los puntos 4 y 5 ya me centré por completo en el problema de la innovación o de forma más divulgativa en el problema de que una gran inversión no se llevará a cabo si los beneficios que se obtendrán de la misma no son extraordinarios. La justificación reside en hacer un análisis dinámico del problema en lugar de uno estático y en la presencia sobretodo de unos fuertes beneficios extraordinarios a corto plazo que junto con otros ingresos complementarios cubrirá la gran mayoría de estas inversiones iniciales.

En el punto 6 se trata el tema de la innovación como bien público que resultará más familiar a los que hayan estudiado economía y manejen el concepto de consumo no rival (un bien público en economía no es como se suele pensar un bien que sea bueno para todos). Básicamentre lo que se dice en el libro es que cuando hablamos de copias de ideas en lugar de ideas abstractas las características de bien público se diluyen y que en última instancia el problema de bien público es un problema de propiedad, no de monopolio.

En el punto 7 se habla de un concepto que está entre las líneas de todos los párrafos anteriores: la imitación. ¿Qué ocurre cuando no hay que pagar por una copia de la idea para tenerla sino que basta con mirar e imitar? Aquí las líneas de argumentación van en dos direcciones. Por un lado se aclara que la imitación no es tan mala como cabría pensar, en general tiene muchas más ventajas que inconvenientes y por otro que las situaciones en las que se da una imitación perfecta y gratuita son realmente escasas.

Con todo, quedan algunas puertas abiertas para la defensa del monopolio intelectual por lo que podemos acudir a la evidencia empírica para ver qué es lo que ha pasada con la innovación en diversos sectores. En el punto 8 hablo de cómo el número de libros per cápita registrados en Estados Unidos no parece haber aumentado mucho a pesar de una mayor protección y sobretodo hablo del fenómeno del software libre donde la protección no ha traído precisamente las innovaciones más relevantes.

Si os ha picado la curiosidad podéis ver todas estas ideas más desarrolladas en mi trabajo y por supuesto en el libro original, escrito por dos personas con las que aunque no estoy en todo de acuerdo, desmontan de forma brillante la mayoría de los dogmas existenes sobre la propiedad intelectual hasta llegar a la conclusión de que el monopolio intelectual es un mal innecesario.

6 comentarios en «Contra el monopolio intelectual»

  1. Oye que bien me viene la entrada de hoy que ando estos días yo también a vueltas con lo de la propiedad intelectual. Me lo descargo y lo leo ya!.
    Gracias, como siempre.

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