El hombre que pensaba a tiempo real

Estimados directivos de Google, Facebook y Twitter: tengo una humilde petición para ustedes. Me gustaría que desarrollaran una aplicación que me ayude a pensar en tiempo real.

Llevo unos días inquieto, con los músculos en tensión. No duermo bien por la noche y no consigo aclarar mis ideas. Me han contado que se ha lanzado una nueva aplicación llamada Google Buzz que permite compartir con mis contactos de internet fotos, vídeos, enlaces y pensamientos a tiempo real. Mi primera reacción fue de desesperación por lo que me iba a costar a explicar a mis alumnos que aún no saben buscar bien información en la web cuál es la diferencia entre Buzz, Google Wave, Gmail, Tumblr, Google Talk, Facebook, Twitter, Google Reader o Tuenti. Luego me tranquilicé porque el señor que presentaba Google Buzz dijo que estaba muy excitado con el producto. Luego cuando salieron otros dos tipos y dijeron que también estaban excitados la situación se volvió inquietante.

¿Debería estar excitado yo también? Debería. Cada vez es más rápida la comunicación con mis amigos y mi familia. En el año 2010, siempre tengo un botón ENVIAR a mi alcance. De hecho, envío al día cantidades ingentes de información sin ni siquiera pulsar ese botón. Cada vez es más fácil. Pero esto para mí se ha convertido en un problema: la velocidad de mi cerebro para pensar es más lenta que la velocidad de la red para compartir mis pensamientos.

Y de repente me he dado cuenta de que comparto información por el mero hecho de compartirla. Oigo a los gurús diciéndome que vivimos en un mundo móvil donde estamos permanentemente interconectados y donde hago, sin saberlo, un montón de cosas que terminan en -ing y no me queda más remedio que pulsar COMPARTIR o ENVIAR. No pienso luego existo. Comparto, luego existo.

¿De qué vale pasarse el día paseando por el parque de San Francisco reflexionando sobre lo divinio y lo humano si no comparto con nadie esa información? No hace falta que filtre mis pensamientos. No hace falta que decida qué es interesante, qué redundante y qué banal porque las excelentes herramientas de las que disponemos al día de hoy ya se encargan de filtrarlas por mí.

Si un amigo me considera interesante me followeará, si me considera redundante no saldré en su buzz y si mis pensamientos le resultan vanales me muteará. La responsabilidad ante el exceso de información y la mala calidad de la misma ya no es mía, ya no es del emisor. Es del receptor porque no sabe filtrarla.

Y esta escalofriante conclusión está totalmente asumida por los apasionados del internet 2.0 (entre los que me incluyo, claro está). Rogamos y buscamos desesperados aplicaciones que nos ayuden a filtrar la información que recibimos en nuestras redes, nos inquieta la vulnerabilidad de nuestros datos, las débiles configuraciones de privacidad y sin embargo aplaudimos a rabiar cualquer intento de las grandes compañías por reinventar la comunicación.

El hecho de decir ahora mismo que para concentrarnos en el trabajo es necesario cerrar Twitter y Messenger es motivo suficiente para dar conferencias y escribir libros. Lo más triste es que esa labor me parece necesaria. Lo más triste es que la obviedad generalizada no es que nos falta reflexión sino que nos sobra comunicación. El problema es que recibimos demasiadas actualizaciones en nuestras cuentas, no el contenido de las mismas.

Y nosotros, nos guste o no, también formamos parte de esas actualizaciones. Nuestras comunicaciones afectan a los demás y a veces somos tan egoístas que no vemos más allá de nuestra oportunidad para compartir, sin pararnos a pensar (ah, “pararnos a pensar” ¿os dais cuenta cómo suena?) las consecuencias de nuestras decisiones en la red.

Y claro, siempre se puede aislar uno ¿verdad?  Siempre se puede dar de baja de todas las redes sociales habidas y por haber, y bajar a tomar un café con un amigo que sólo usa internet para entrar en SeriesYonkis. Pero es que a mí me da pena, porque como dicen los de Google o Steve Jobs en sus keynotes “I’m so excited

24 comentarios en «El hombre que pensaba a tiempo real»

  1. Pingback: Bitacoras.com
  2. Vaya por delante que me parece una grandísima entrada y que la estoy guardando ya mismo en delicious, pero… supongo que cuando uno está overexcited le cuesta fijarse en algunas erratas que no pasan desapercibidas en una segunda lectura.

    De otro modo, todo sería demasiado banal :P

  3. Yo me voy a volver loca con tanto compartir. Con lo feliz que soy yo con mi Google Reader de toda la vida (toda la vida = seguramente menos de un año, que así pasa el tiempo en Internet). Y sí, lo que he hecho tras leer esta entrada ha sido darle al botón de “Compartir”.

    Desbordante todo. Y soy joven. Cuando sea vieja no entenderé ni papa de Internet, que estará evolucionadísimo xD

  4. Gracias por compartir tus reflexiones, pensamientos que al ser compartidos de antemano acaban compartiéndose en la red.

    No sé si me he explicado, lo q quiero decir es que es no sólo se comparte lo novedoso, sobre todo se comparte con lo que comulgamos, aquello que es compartido se comparte, se secunda y se retuitea.

    Como ha quedado claro tú lo explicas mucho mejor que yo así que si quiero expresar mi opinión sobre la saturación de información en la red del tiempo real será mucho más fácil compartir este enlace que juntar mi puño con mi barbilla.

    Me has dejado “excited”, como dice #9, entiéndase emocionado y no excitado XD

  5. Personalmente creo que lo de sentarse a pensar es algo que depende de la personalidad de cada uno, no de sus opciones. Al que no le gusta pensar, ser introspectivo, e incluso guardarse sus propias conclusiones para sí, no le gustaba ya antes de la invención de las redes sociales.

    Y no puedo dejar de comentar la ironía de que he llegado a este artículo porque mi hermana ha dejado un enlace en Facebook (y tiendo a fiarme de su criterio).

    Ahora, a darle al botón… “enviar”

  6. Lo felicito por su artículo.
    Tanta disponibilidad de expresión hace que las personas compartan información irrelevante. Y esto es fomentado desde las empresas, por ejemplo: Facebook, dice en el la página principal de cada usuario: “Que estas pensando?” y da pie para que uno escriba lo que esta pensando. Luego quizá lo lean cientos de personas, pero a nadie o sólo un par de personas le importa lo que digas.

    Las empresas son las culpables de que uno comparta información por el mero hecho de compartirla. Eso ocasiona que mucha de la información que circule sea irrelevante, y que consumamos información irrelevante. Al pensar continuamente información irrelevante esto desplaza a la información relevante que pensamos de otras fuentes como los noticieros, el diario, o incluso de las mismas redes sociales. Esto genera que uno piense más estupideces. Por lo tanto concluyo: Las empresas generan que uno piense estupideces.

    Por suerte existen páginas como estas que son “relevantes”. Muchas gracias por ayudar a contrarrestar la información “irrelevante”.

  7. Yo tengo ese problema: nadie lee mis marcadores en delicious, nadie lee novedades de windows live,a nadie le importa si subo fotos de flickr (esa fue la razón por la cual he salido de flickr); donde están mis contactos???

    Pues en facebook-farmville

  8. Con referencia al comentario de la joven Nimbusaeta #5 : Yo, hasta hoy, (tengo 72 años), decía que mi cabeza corre más rápido que mis pies esforzándome siemmpre para estar actualizada ¡Ay! ¿Qué será de mí después de leer tu comentario?

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