Una app que invita a la reflexión

Esta mañana leía sobre el éxito de Secret y su prometedor futuro como app reina del ciberacoso. No deja de ser una revisión del ya mítico meme de “confession bear” donde alguien dice algo supuestamente provocador de forma anónima.

Quizás sea por el incentivo morboso de “sé que lo ha dicho un amigo mío pero no sé quién” del que no disfrutaba el meme del osito o más probablemente porque mis contactos en Secret son unos prendas pero el contenido que me presenta mi timeline de secretos cuando entro es bastante lamentable.

El efecto que pueden tener las apps de secretos en los institutos es interesante. Dolors Reig decía hace ya bastantes meses sobre Secret:

Pues parece que no, que si bien no todo lo que contiene es real (no suelen serlo los deseos), la mayor parte de los mensajes actúan como una especie de terapia de grupo que conecta a las personas con las experiencias íntimas de los demás, resultando redes de apoyo y alivio a la soledad.

[…]

De nuevo de forma sorprendente, parece que la comunidad no está siendo demasiado trol, dedicándose a criticar al resto. Por contra, la gente aporta consejos, de forma totalmente desinteresada (si desligamos el altruismo de la identidad, no quedan dudas acerca de su autenticidad más allá de la egolatría), a los demás.

Es un enfoque muy positivo pero está por ver. En los comentarios de la app tanto en la Play como en la iTunes Store hay bastante debate sobre si incita o no al cyberbullying. No deja de ser el enésimo debate sobre si la tecnología es neutra y es el usuario el que decide si el martillo vale para hacer bricolaje o para abrirle la cabeza al vecino.

O más allá, es un debate sobre si las máscaras te permiten ser más valiente o hacer más daño.

De todos modos el título del post no viene a cuento de Secret sino por el trabajo de Trisha Prabhu, una alumna de 8º grado (13 años) de Illinois.

Trisha es una de las 15 finalistas del Google Science Fair. Su proyecto se llama “Rethink“, un sistema de alertas que detecte posibles mensajes de acoso a través de la red y pidan una confirmación antes de publicarlo.

En este momento date una vuelta por tu casa y piensa unos segundos sobre lo maravilloso y lo profundo de su idea.

Para empezar la hipótesis inicial es que para prevenir el ciber-acoso hay que reducir el número de mensajes desagradables en las redes sociales. ¿Obvio? Quizás, pero lo obvio se nos olvida en ocasiones. Recuerdo a David Karp fundador de Tumblr en el EBE diciendo que su plataforma estaba llena de corazoncitos y acciones “positivas” (me gusta, repost…) con el objetivo de crear un determinado clima de cordialidad.

Recientemente hemos visto con el experimento no consentido de Facebook demostró que la aparición de historias positivas en el timeline de los usuarios provoca que estos a su vez publiquen cosas positivas (efecto red, teoría de las ventanas rotas… como quieras llamarlo).

¿Y qué se le ocurre a Tresha para reducir los mensajes desagradables? Pedirle a la gente que piense dos veces antes de publicar. Una simple confirmación. Un checkbox. Un ¿estás seguro?

Tresha se puso al tema con más seriedad que muchos estudiosos. Cogió su grupito de control y una muestra que usaría su prototipo de Rethink (armado con HTML, JavaScript y SQL). A todos los alumnos se les presentaban 5 mensajes tipo de acoso y se les preguntaba sencillamente si lo publicarían en una red social.

Peeeeero si los alumnos que usaban Rethink decían que sí, se encontraban con una segunda pregunta.

“Este mensaje puede hacer daño a otras personas. ¿Quieres pausar, revisar y repensar el mensaje antes de publicarlo?”

Podéis acceder a la hoja de cálculo con los resultados del estudio pero los gráficos sobre la voluntad de hacer daño son basta potentes por sí solos.

El 93,43% de los alumnos que inicialmente estaban dispuestos a publicar el mensaje cambiaron de idea tras pensarlo.

El año pasado describía a un grupo de alumnos cómo era el cyberbullying hace un década. Les decía que si estaba en el salón muy quemado con un compañero y quería ponerlo a parir en la red tenía que ir al cuarto de estudio, enchufar el router, pedir a mi madre que no llamara por teléfono, arrancar Windows, conectarme a Internet, abrir la aplicación que fuera usar y… habían pasado 15 minutos y ya el cabreo no era tan grande.

El móvil es impulsividad. Te quema en el bolsillo. Por eso mi consejo para aquellos que se sintieran tentados de hacer daño a un compañero en la red era muy poco tecnológico: salid a dar una vuelta, escuchad algo de música, llamad a un colega para echar unas canastas.

Desde Secret ya están considerando la posibilidad de incorporar pop-ups tipo “Rethink”.

Os dejo con Trisha, la chica que dice algo tan rompedor como que si nos paráramos a pensar dos veces tomaríamos mejores decisiones.

2 comentarios en «Una app que invita a la reflexión»

  1. Pingback: Bitacoras.com
  2. Es la versión digital del “no te calientes”. Trisha, con sus 13 años, da una lección a los amantes de los prontos, los trolls, los matones e incluso a responsables de defensa de algún que otro país. No es censura, como algunas redes que te impiden escribir ciertas palabras, sino una invitación a la reflexión y eso, queridos amigos de lo inmediato, es un regalo.

    Respecto a Secret, quizás se me ha pasado el arroz, pero no puedo entender su uso y mucho menos su éxito. Es más, de las redes sociales nuevas que he probado es la que menos contactos tengo (unos 13 o 14) y sinceramente, lo que leo no me aporta nada, ni siquiera me hace gracia. Quizás tenga un potencial uso positivo oculto, pero yo no lo veo. Aunque es una herramienta y en su uso es donde radica su bondad o maldad, veo que incita a despertar los demonios y prejuicios internos bajo el paraguas del anonimato. Una involución a los tiempos del nick y el avatar falso.

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