Este 2019 he tenido la oportunidad de participar en dos eventos fantásticos sobre educación digital.
En febrero el Grupo Santillana a través de su evento Santillana Compartir me juntó en un sitio paradisiaco de México con algunos de los mejores ponentes con los que he compartido tarima en mi vida. Hablo de gente como Cristóbal Cobo o Graciela López que no pudieron ser más inspiradores en sus intervenciones.
Ante un buen grupo de profesores mexicanos y tras la habitual introducción de cómo el miedo, para bien y para mal, es el motor de gran parte de la educación digital en España planteé lo que son para mí los 3 retos claves en la educación digital de niños y adolescentes en 2019. Os dejo con un extracto de mi intervención y a continuación desarrollo estas ideas:
Desarrollo del pensamiento crítico
Algunos estudios sostienen que las redes sociales y las consecuentes cámaras de eco sólo lo polarizan a los usuarios mayores, no a los jóvenes. Sin embargo cuando bajo al barro y hablo con los muchachos me sigue pareciendo que tenemos un grave problema a la hora de escuchar y debatir por la red con personas que piensan distinto a nosotros.
Cómo escapar de las cámaras de eco y ser más tolerantes es un reto brutal del internet actual. No creo que sólo para los niños.
Éxito e identidad digital
En un mundo donde restaurantes te ofrecen reservas prioritarias en función de tu número de seguidores y donde se alquilan jet privados en tierra para sesiones de instagramers reflexionar sobre qué es el éxito, la popularidad y las prioridades en las redes sociales es una guerra a la que tenemos que ir. No vale objetar. No vale quejarse.
Debemos presentar modelos de éxito alternativos, que sean menos pasajeros y que no se basen única y exclusivamente en la imagen. En educación digital siempre que cerremos una puerta a los chavales y les digamos “esto no mola” tenemos que abrir a la vez otras dos puertas. De otro modo no va a funcionar.
El espíritu del hacker
El artículo de “Kids can’t use computers… and this is why it should worry you” es un clásico en mi bibliografía que no pasa de moda. Y va a peor. Mientras el mito del nativo digital sigue presente en los huesos de nuestra sociedad donde, entre vinos y cañas, nos fascinamos de que los niños nos dan mil vueltas en el uso de la tecnología porque son capaces de poner una máscara a una story, la realidad es muy distinta.
Las universidades empiezan a notar la carencia de competencias digitales básicas en los centennials y late-millenials y en sitios como Noruega saltan algunas alarmas sobre la familiarización de los nativos digitales con algunos conceptos y su incapacidad para pasar de la teoría a la práctica.
La curiosidad, el explorar los límites de la tecnología, el “y qué pasa sí…” es la clave del desarrollo de muchas competencias digitales.
¿Y los profes y las familias?
Los que educan hacen lo que pueden, que es más de lo que ellos mismos piensan. En México me llamó profundamente la atención la durísima autocrítica de profesores que se veía a la larga que tenían un interés enorme en la educación digital y que ya habían realizado iniciativas maravillosas. Y sin embargo sentían que no lo estaban haciendo bien.
Sobre las familias creo que quizás estamos perdiendo el foco. Demasiada discusión sobre cuánto tiempo delante de la tablet, sobre a qué edad el primer móvil, sobre si las redes sociales generan adicción… y muy poca sobre valores en un entorno digital. Como dije en el evento de Santillana Compartir, en 2019 más que nunca educar en tecnología es educar en valores. Lo bueno de esta idea es que me da igual que no hayas tocado Tik Tok en tu vida, siempre hay lugar para una conversación sobre ética y redes sociales.
Unas semanas antes (y con la misma camisa que prometo que lavé por el camino), participé en el día de Internet Seguro organizado por INCIBE en el Reina Sofía. El enfoque y mentalidad del Institituto de Ciberseguridad, centrado en adolescentes a través de su spin-off IS4K siempre me ha parecido fantástico, quizás por su trasfondo técnico que pone el énfasis en la privacidad y la seguridad frente al impulso asociado a las redes sociales. En el evento, tanto para profes como para alumnos, compartí 10 minutos con cerca de 350 estudiantes de la ESO con un objetivo claro en mente: un Internet más seguro es aquél en el que en lugar de destruir las historias de los demás aprendemos a contar la nuestra propia.
El respeto al resto de usuarios y la empatía están de capa caída en parte por el pésimo ejemplo que dan a diario los adultos y los medios de comunicación. El insulto, el trolleo mal entendido y la crítica a la yugular están a la orden del día en un mundo donde además parece si quieres tener “éxito” en la red tienes que plegarte a unos cánones establecidos: la influencer de Instagram que comparte sus outfits con cuerpo de super modelo, el malote YouTuber que habla a gritos mientras copia el challenge de moda… ¿Existe un espacio para alguien que no quiera exponerse sino que quiera exponer? Por supuesto que sí, y es labor de educadores y de los propios chavales apoyar y valorar ese tipo de iniciativas en una edad en que la creatividad está a flor de piel.
Instagram, Tik Tok y YouTube están transformando las redes en un medio plano, no interactivo donde los algoritmos y los tips para tener éxito dificultan cada día más salirse del camino establecido. Esta fue mi intervención:
España la veo bastante atrasada en cuanto a formación tecnológica en los colegios, se le debería de dar más importancia.