Una de las cosas que más me gusta de The Social Network es que dibuja a Mark Zuckerberg como un sociópata. No sé hasta qué punto es cierto pero me parece preciosa la idea de que una persona totalmente inepta para las relaciones sociales acabe controlando las tres redes sociales más importantes del mundo (Whatsapp alcanza ya los 900 millones de usuarios). Creo de corazón que las redes sociales son precisamente un fracaso en lo que nos hace humanos: la comunicación y la empatía. No por errores diseño sino por su propia naturaleza, la misma quizás que hacer respirar a Zuckerberg.
Se ha escrito bastante estos días sobre la posibilidad de que Facebook incorpore un botón de “empatía” (en algunos medios se trató erróneamente como un “no me gusta”) que permita a la gente interactuar con contenidos que provocan rechazo. Las publicaciones han salido en tres líneas: la meramente informativa, la de la relación de un entorno de disconformidad con los anunciantes y la de somos unos cachondos y vamos a proponer botones nuevos para Facebook.
Por resumir estas tres líneas: es obvio que el algoritmo de Facebook tiene un problema con los contenidos incómodos. Nadie hace “me gusta” en un “se ha muerto mi hija” pero sin embargo el contenido es relevante, tanto como para que Facebook decida que es uno de los momentos destacados de tu año y te lo recuerde durante todo enero ¡yeeeiiiii!. Creo que Facebook tiene muchas más formas de medir la relevancia de un contenido que los “me gusta” pero sin duda algo que permitiera decir “lo siento, ánimo” permitiría que la gente se sintiera más cómoda.
Un momento
Si lo acabo de escribir
“Lo siento, ánimo”
Ostias, si ya se puede escribir sin botón ni nada.
Qué cosas
La segunda línea muy bien tratada en un post antiguo de María González es que ningún anunciante apostaría por anunciarse en un sitio donde la gente le puede acribillar a negativos por utilizar terminología de Menéame. Como también señala Antonio Ortiz la opción de un “no me gusta” abriría la puerta a la negatividad que fluye por Twitter y oye, para mierdas ya esta la vida real.
Sobre la tercera línea simplemente añadir que apoyo la moción de un botón rollo “Ah, ese es tu bebé, pues es como todos los demás“. Si queréis, hay ideas más o menos serias en Wired.
Pero es en el propio Wired donde leo el párrafo que más se acerca a lo que yo creo que es noticiable de todo este embrollo.
The problem with “Like” is also what makes it so effective: It’s reductive. It converts human interaction into a simple binary, or even something less than that.
Y es Pablo Iglesias (no ese, otro) quién más entra a cuchillo:
Es, de hecho, uno de los logros que ha implantado la proliferación de la web social a internet. Simplificando al máximo la interacción (lo que de facto disminuye la ya de por sí baja barrera de entrada), lo que se consigue es una participación más amplia y duradera.
[…]
¿La solución? Muy pero que muy compleja de hallar.
Encontrar alternativas a ese botón que por un lado, sean consecuentes con el momento y estado adecuado, y por otro, que esto ni complique la interacción con la plataforma, ni pueda servir de elemento negativo para el buen rollo que Facebook quiere seguir ofreciendo.
¿No es preciosa la historia de cómo un tipo incapaz de relacionarse correctamente con los demás trata de convertir cualquier interacción social en una interacción digital? ¿No parece esto una revisión 2.0 de Nightcrawler?
Vídeos de 15 segundos en Vine, mensajes de 140 caracteres en Twitter, ausencia de momentos desagradables en Instagram y empatías de ceros y unos en Facebook no tienen nada que ver con lo que nos hace humanos. La vida a veces es jodida y endemoniadamente compleja. Las relaciones entre las personas son como el chiste final de Annie Hall y cuando nos pasamos la mayor parte del tiempo diciendo todo lo que nos gusta y observando las representaciones de las vidas ajenas como colecciones de grandes éxitos pues lo que pasa es lo del chiste, que nos vamos a buscar los huevos a otra parte.
Cada vez comparto menos información en redes sociales. El último año ha sido una autocensura permanente de tweets borrados y comentarios de Facebook que no se llegaban a publicar. Tweets que se van a la basura porque no puedo ni quiero quedarme en 140 caracteres y comentarios que destruyo porque en un mundo de cupcakes mi “esto es un hoax” o “estás equivocado” suena a gruñón, supongo que a la parte gruñona y cínica que todos tenemos dentro y que las redes sociales y sus anunciantes ni quieren ver delante.
Facebook está devorando Internet pero vamos a dejar que se quede ahí. La próxima vez que quieras dar tu apoyo a un amigo o a una causa piensa cómo lo harías en un mundo sin redes sociales.
Totalmente de acuerdo contigo… cada vez más las máquinas piensan por nosotros