Aquellos que sigáis el blog desde hace tiempo o que hayáis asistido a alguna de mis charlas veréis que menciono a menudo aquellos estudios publicados dentro de la iniciativa EU Kids Online. Este proyecto está en funcionamiento desde 2006 a lo largo de todo el territorio europeo y cuenta con la colaboración de algunas de las instituciones más importantes de cada país como la London School of Economics o en el caso español con la UPV/EHU y el Instituto de Ciberseguridad Española.
Para mí las tres claves del proyecto residen en su seriedad y análisis bastante alejados de sesgos y noticias sensacionalistas; su consistencia en el tiempo que facilita la comparación entre informes y su enfoque positivo a la hora de ver la tecnología como oportunidad.
Desde un punto de vista más técnico también es el único que haya visto que establece una clara separación entre riesgo y daño: una cosa es por ejemplo la exposición a los casos de ciberacoso y otra cosa el daño que impacta en los menores y su autonomía para gestionar estos casos.
“La exposición a los riesgos no ocasiona necesariamente daño: para muchos menores, tal y como ocurre con los riesgos offline, el contacto online con contenidos o situaciones de comunicación arriesgada puede contribuir a desarrollar su resiliencia frente a los riesgos, y esto se traduce en una mayor capacidad para afrontar y gestionar situaciones de peligro”
Sin más rollo paso a comentar los resultados del informe recientemente publicado y ejecutado durante 2018 cuyos datos se comparan con informes anteriores de 2015 y 2010. La muestra del informe son 2900 menores entre 9 y 17 años.
Se diluye quién soy offline y online
Una idea clásica y extendida es la disociación de la identidad offline y online. Idea que yo mismo tengo interiorizada y verbalizada en el clásico “Los niños están aprendiendo a evitar situaciones de confrontación verbal y moverlas a la red“. Sin embargo, el porcentaje de menores que manifiesta hablar de cosas diferentes en Internet a lo que hacen en persona o directamente hablar a través de la red de cosas que no hacen cara a cara se ha reducido con los años. Del 36% que están como mínimo de acuerdo con que se produce esta separación en 2010 al llamativo 6% que en 2018 dice que es más fácil hablar las cosas por Internet que cara a cara.
En mi opinión este es un dato positivo que presenta a las redes como algo totalmente integrado en la vida cotidiana en las que se reflejan muchos sus vivencias y no un lugar donde escapar y ser “otra persona”.
¿Sé qué hacer si me pasa algo desagradable?
Que por ejemplo sólo un 36% de las niñas de entre 9 y 12 años estén de acuerdo con la afirmación “Sé qué hacer si alguien actúa online de una manera que no me gusta” me sigue pareciendo para ponerse las pilas. Si bien estos datos mejoran considerablemente en la adolescencia creo que debemos replantearnos seriamente el tipo de formación digital que damos a los niños en estas etapas tempranas.
Sólo tengo intuiciones pero creo que el enfoque en estos años es tremendamente restrictivo (“si no tienes móvil no hace falta hablar de lo que pasa en el móvil”) y algo alejado de la realidad donde muchas acciones se centran en la actuación policial en los casos más graves y se alejan de retos más comunes y diarios (ciberacoso, cómo gestionar el primer noviazgo en las redes, consumo de contenidos violentos, etc…)
Pensamiento crítico e Internet
Me encanta que se haya introducido esta parte en el informe con el auge de las fake news y con el incremento en el consumo de información pasiva (no googleo sobre algo sino que Google me sugiere algo en función de mis intereses). Por término medio el 29% de las niñas y niños encuestados afirma que es muy cierto o bastante cierto que les resulta fácil comprobar si la información que encuentran online es veraz habiendo una acusada diferencia de género con los varones entre 13 y 17 años que se van al 46%.
Más allá de este dato, veo como positivas las cifras de las competencias sociales donde 3 de cada 4 menores saben cómo eliminar o bloquear a alguien de sus contactos y qué información deben evitar publicar en redes.
En el otro lado de la balanza y en la línea de la charla que impartí en el día de Internet Seguro me da pena los bajos niveles (5,7 sobre 10) que sacamos en competencias creativas donde citando el informe:
Tras la euforia inicial que acompañó a la web 2.0 y que desarrolló teorías sobre la emergencia de una “cultura participativa”, prevalece ahora una lectura más crítica y ponderada, que subraya que muchos usuarios y usuarias de internet –y de las plataformas y redes sociales en particular- no producen contenidos, sino que básicamente son consumidores de contenidos creados por otros.
Aumentan las experiencias negativas
Aquí tengo sesgo de confirmación pero estamos dando en 2019 prácticamente la misma formación a los menores sobre el uso de Internet que en la época de Tuenti: no agregues a desconocidos, ajusta las opciones de privacidad y ten cuidado con lo que publicas. No tengo claro que sea un enfoque actual y la demanda de información es la que sigue:
A la pregunta ¿te ha sucedido algo en internet que te haya molestado o disgustado de alguna manera (algo que te hizo sentirte molesto, incómodo, asustado o que no deberías haber visto)? respondían afirmativamente un 10% de los menores en 2010. En 2019 es un 33%.
Antes de caer en el alarmismo debemos recordar que mayor uso de Internet implica mayor exposición a riesgos y que no podemos eliminar todos los riesgos pero sí podemos formar en la gestión de esos riesgos.
En primer lugar, gran parte de estos episodios han sido esporádicos. La idea de que los menores están continuamente esquivando “bombas” en las redes parece bastante alejada de la realidad:
Ciberacoso
Algunos datos se mantienen respecto a informes anteriores (las chicas lo sufren más que los chicos) pero los valores generales aumentan siendo un riesgo que afecta a 1/3 de la población con el añadido de que es uno de los genera más daño manifestando un 39% de los acosados que estuvieron “bastante o muy molestos”.
Pornografía y sexting
Un tema candente sin duda dada la posición que están tomando muchos partidos políticos sobre el efecto que tiene la pornografía sobre la educación sexual de los adolescentes. Aunque ya presenté mis dudas al respecto en este hilo de Twitter llama la atención también que la prevalencia en el visionado de este tipo de contenidos se ha reducido en un 10% respecto a hace 3 años.
También frente a la idea extendida del rechazo profundo a estos contenidos, sobre todo por parte de las chicas, los datos pueden sorprender. Un 43% de las chicas encuestadas manifiesta indiferencia ante estos contenidos y un 21% que no se sintieron molestas siendo eso sí el % de las que se sintieron molestas muy superior al de los chicos (36% frente a 19%).
Sin embargo la necesidad de hablar de este tema y de ponerlo sobre la mesa me parece lo más positivo del debate actual teniendo en cuenta por ejemplo que un 24% de los niños de 9 a 10 años ha tenido contacto con estos contenidos y que un 26% de los encuestados manifiesta sentirse como poco incómodo con el tema.
En el caso del sexting del que hablé en detalle en un artículo en Xataka si bien los datos globales muestran un ligero descenso respecto a 2015 (26% frente al 30%) llama la atención que…
Destaca que en la franja de menor edad, 11 y 12 años, la frecuencia de recepción de mensajes sexuales es similar a la que se obtenía cuando en 2010 se preguntaba a los chicos y chicas de 15 y 16 por esta cuestión. La exposición a mensajes sexuales no solo aumenta, sino que además se adelanta de manera evidente.
Lo dicho. Hay que hablar de estos temas con los más peques. Difícil, lo sé, pero busquemos el enfoque y actuemos.
Grooming
Dentro del apartado “Encuentros físicos” se enmarca el mayor miedo de los padres y de diversas campañas de concienciación: quedas offline con un desconocido que te encontró en Internet. Afortunadamente y como viene siendo habitual, este tipo de situaciones rara vez dan en tragedia y creo que se sigue exagerando su incidencia.
El encuentro offline con personas a las que previamente se ha conocido online no constituye necesariamente una experiencia negativa para niños y jóvenes, e incluso puede proporcionarles satisfacción. Como muestra la Gráfica 14, la gran mayoría, 83% de quienes tuvieron un encuentro de ese tipo lo consideraron agradable. Casi un quinto (16%) no sintió que fuera una experiencia ni agradable ni tampoco molesta, y únicamente un 1% se sitió algo molesto con el encuentro.
Contenidos dañinos
Este punto me interesaba especialmente. No se le da la difusión en mi opinión que merece a la publicación de contenidos autolesivos, pro anorexia o de odio general en las redes y que a menudo escapan de las reglas de los algoritmos de moderación. Comparto totalmente esta parte del informe:
Aunque las evidencias muestran que la exposición a este tipo de contenidos es relativamente común entre los menores (Livingstone et al., 2011), este riesgo ha recibido menos atención por parte de la sociedad, de los legisladores e investigadores que otras, como el ciberbullying, el sexting, la pornografía o el contacto con extraños, online y offline.
Las respuestas:
Me llama la atención la diferencia por género donde si os fijáis para todos los tipos de contenidos son las chicas las que tienen una mayor exposición.
Y como evidencian los datos de las encuestas de 2010, 2015 y 2018, ha aumentado el acceso de los menores a todas las páginas con contenido potencialmente dañino, con incrementos muy notables en las visitas a aquellas que promueven el discurso del odio en forma de ataques a diferentes colectivos (20 puntos sobre la encuesta de 2015 hasta alcanzar un porcentaje del 38%), y el consumo de drogas (un incremento de 16 puntos hasta alcanzar el 26%).
Sharenting
También muy interesantes son las respuestas sobre “sharenting”, esto es, la tendencia a que los padres o cuidadores compartan en redes sociales imágenes y vídeos de sus hijos sin su consentimiento que cada vez provoca más rechazo a los menores. Según los datos
El 17% de los niños y las niñas encuestadas afirman que sus propios padres, madres y/o cuidadores publicaron mensajes, imágenes o vídeos sin preguntarles primero si estaban de acuerdo. Este porcentaje casi se duplica entre los adolescentes varones en las comparativas de 9-12 años (12%) y 13-17 años (23%) y se llega a triplicar en el caso de chicas adolescentes: 9% en chicas de 9-12 años y 28% en chicas adolescentes de 13-17 años.
Los menores parecen reclamar ya cierto derecho a su privacidad y de media un 12% pidió a sus padres que retiraran ese contenido alcanzando un 21% en el caso de las chicas adolescentes.
Adicción a internet
El término “adicción” lo pongo yo porque como sabéis, a pesar de no estar reconocida como enfermedad, la idea campa a sus anchas por los medios de comunicación y la idea de “niños adictos a los móviles” está fuertemente implantada en la sociedad.
Realmente el enfoque de EU Kids Online me parece más apropiado porque:
El concepto de “adicción a internet” recientemente se ha puesto en entredicho. Si bien en un primer momento este término fue incluido entre los trastornos de control de impulsos y asimilación junto con otras adicciones patológicas como el de los juegos de azar estudios más recientes tienden a adoptar el “modelo de compensación” (Kardefeldt-Winther, 2014), según el cual algunos individuos recurren al uso excesivo de internet para compensar ciertas dificultades psicológicas y/o como vía escape a sus problemas. Por tanto, parece más adecuado la utilización de la expresión “uso excesivo” de internet al referirse a comportamientos que no son necesariamente indicadores de trastornos psicológicos (Smahel, Helsper, Green, Kalmus, Blinka y Ólafsson, 2012).
Aún suavizando la idea inicial y manteniendo que un uso excesivo por sí solo no implica una adicción creo que los resultados están bastante lejos de una “epidemia”
Mediación habilitante
La mediación habilitante (a veces referida como mediación activa) ha demostrado ser una de las claves en la mejor gestión de riesgos por parte de los menores.
Sin ignorar la existencia de riesgos en el uso de internet, la mediación habilitante propone un enfoque más positivo del mismo; es decir, busca desarrollar las competencias digitales y sociales de los niños, de las niñas y de los adolescentes para aprovechar las oportunidades del medio online.
En esta línea me sigue entristeciendo el escaso número de padres que animan a sus hijos a descubrir y aprender cosas por Internet lo que en cierto responde al miedo a que sufran con uno de los riesgos mencionados o al mito del nativo digital de “ya aprenderán ellos solos, qué les voy a enseñar yo“.
De todos modos estos valores son altos en comparación con otros tipos de medicación como la mediación restrictiva…
O la mediación técnica que es la más agresiva:
En resumen
El informe completo es francamente interesante y podéis consultarlo al completo en la web de la UPV o en IS4K. Como siempre los datos para unos serán buenos, para otros malos pero está clara la necesidad de adaptar las acciones formativas a la realidad de los menores en Internet.
También os dejo con el folleto resumen del informe con consejos para padres y educadores [PDF] y con la línea de ayuda gratuita del INCIBE para la gestión de problemas relacionados con las redes: 900 116 117
Perfecto. Gracias por compartir esta valiosa información.